Palmarito: la conservación con efecto dominó
Posted on marzo, 17 2021
Esta no es solo una Reserva Natural de la Sociedad Civil, es una fundación que, en los últimos doce años, ha sido determinante para la expansión de esta figura de conservación privada en Casanare, Vichada y Meta.
Esta no es solo una Reserva Natural de la Sociedad Civil, es una fundación que, en los últimos doce años, ha sido determinante para la expansión de esta figura de conservación privada en Casanare, Vichada y Meta.
El cuento corrió por todo Casanare: Alejandro Olaya, director de la recién creada Fundación Palmarito (2008), dedicada a la conservación de los ecosistemas y especies de la Orinoquia, se había sentado a concertar con una firma petrolera que pretendía hacer una exploración en Palmarito —un predio de 2.266 hectáreas ubicado en el municipio de Orocué— y, en medio del diálogo, mostrando la resolución que reconocía este lugar como una Reserva Natural de la Sociedad Civil (RNSC), había disuadido a la compañía de crear un pozo en la propiedad.
“Ellos tenían una licencia previa a nuestra resolución, así que les dije: tal vez tengan el derecho de hacer la explotación, pero no tienen el derecho moral. Ustedes tienen recursos para proceder de otra manera. Pueden, por ejemplo, hacerlo desde el exterior de la reserva y con una técnica de extracción subterránea. Al final, así lo hicieron”, recuerda Olaya con tono triunfante, pues aunque han pasado más de 12 años desde la escena, sabe que esta tuvo un efecto determinante sobre el mantenimiento de la vida silvestre y los ecosistemas del predio, así como sobre la percepción que los dueños de fundos de la región tenían de la figura de RNSC.
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Esa victoria hubiera sido imposible si Jorge Londoño —empresario y dueño de Palmarito—, su hermano Carlos Mario Londoño, y Olaya —abogado y admirador profundo de la belleza natural llanera— no hubieran inscrito el predio como RNSC ante Parques Nacionales Naturales cuando supieron que habría actividad petrolera en la zona. De hecho, de no ser por esa situación, tampoco habrían creado la Fundación, que nació con el propósito de proteger tanto a Palmarito como a varios fundos aledaños frente la intervención de esta y otras industrias.
“Los dueños de esos otros predios eran amigos de Jorge, quien fue el que se los vendió hace más de 20 años. Lo gracioso de esa historia es que él, que es piloto, descubrió todas esas tierras un día que pasó recorriéndolas en ultraliviano y, al manifestarle al dueño que las quería comprar, este le dijo que no. Sin embargo, algún tiempo después, el señor lo llamó y se las ofreció”, recuerda Olaya.
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En el momento en el que los allegados a Londoño adquirieron los predios vecinos a Palmarito, entre todos crearon un bloque de amigos para la conservación en la zona baja del río Cravo Sur; una sinergia que nació por el simple interés de conservar la integridad del paisaje y, que aunque no contaba con resoluciones ni reconocimientos especiales para la conservación, les permitió mantener intactos bosques y sabanas, y los motivó a prohibir prácticas como la caza, la tala y la pesca en sus hatos.
Actualmente, todas las RNSC que conforman la red apoyada por la Fundación Palmarito suman casi 60.000 hectáreas que están al servicio de la conservación y, solo en la reserva que lleva el mismo nombre, hay ecosistemas como sabanas altas o bancos, sabanas inundables (bajos y esteros), bosques de rebalse asociados al río Cravo Sur y bosques de galería. También, hay 186 especies de plantas, 230 de aves, 50 de peces, 17 de mamíferos, 13 de anfibios y otras tantas de reptiles.
La búsqueda de los aliados
En los años posteriores a la creación de la Fundación, sus directivos buscaron el aval de Parques Nacionales para convertirla en Organización Articuladora, para acompañar a los dueños de otros predios en la creación de RNSC. De este modo, dice Alejandro, pudieron participar en Acuerdo para la Conservación de Bosques Tropicales de Colombia (TFCA, por sus siglas en inglés) —que promueve y respalda iniciativas de la sociedad civil dirigidas a la conservación y el uso sostenible de los recursos naturales—, y, a través de este, pudieron crear la Red de Reservas Privadas de la Orinoquia.
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El programa TFCA, explica Fabio Arjona, director de la ong ambiental Conservación Internacional, “es administrado por Fondo Acción. Nosotros hacemos parte de él, al igual que WWF y TNC. Con la participación de la Fundación Palmarito se logró hacer una movilización muy interesante para la conservación privada en la Orinoquia”.
Al mismo tiempo, Arjona destaca que el trabajo de la Fundación ha contribuido a la educación ambiental en la región y a la conservación de especies como el caimán llanero: “para mí este es tal vez el esfuerzo más interesante en el país para la reintroducción de esta especie a su ecosistema natural”. Con esto coincide Francisco Galán Sarmiento, director de Patrimonio Natural, ong ambiental que ha sido aliada de la Fundación Palmarito en procesos como la recaudación de donaciones en la cadena de hoteles de GHL, de la cual es presidente Jorge Londoño.
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“Con los programas de conservación de caimanes y tortugas terecay que han promovido, y con el respaldo que le han dado a las RNSC, entre otras cosas, la Fundación Palmarito ha demostrado que tiene un buen criterio. Además, tiene una buena perspectiva con el proyecto de construir un centro de investigación en la reserva”. Con esto, Galán se refiere a los estudios que está realizando la Universidad de los Andes, en alianza con Parques Nacionales, para determinar la viabilidad de construir un centro para el desarrollo científico en Casambá, una de las reservas que hacen parte de la Fundación.
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Actualmente, otra de las líneas de trabajo de Palmarito es Asocravosur, una asociación que, como explica Alejandro, nació para trabajar conjuntamente con los sectores palmero, petrolero y arrocero, entre otros, para la defensa del recurso hídrico de la cuenca del río Cravo Sur.
Desde su creación, tanto la reserva como la fundación Palmarito, se han convertido en un referente de buen manejo ambiental en la región; un logro que también es de las comunidades locales, “porque sin ellas, que son las que están en el territorio validando que esté marchando como debe, nuestras ideas no tendrían ninguna validez”. Junto a ellos, Palmarito seguirá haciendo lo que mejor sabe: expandir sus acciones de conservación con efecto dominó.