WWF y Porvenir, una alianza por la restauración de ecosistemas en los PNN Chingaza y Farallones de Cali

Posted on noviembre, 17 2021

Gracias al trabajo entre WWF y Parques Nacionales Naturales, y el apoyo de Porvenir, se han ampliado las zonas restauradas en ambas áreas protegidas con la siembra de 4.500 árboles para la recuperación de espacios que fueron utilizados para actividades como la ganadería.

Los farallones que le dan nombre a esta área protegida del Valle del Cauca son las formaciones rocosas más jóvenes de la Cordillera Occidental de los Andes. ©Laura Villamil

El Parque Nacional Natural Farallones de Cali, a tan solo unos minutos de la capital del Valle del Cauca, separa las cuencas del Pacífico y del río Cauca en la imponente Cordillera Occidental. Allí habitan alrededor de 540 especies de aves y nacen más de 30 ríos que abastecen el suroccidente colombiano. Además de su importancia para la provisión de agua, este es un sitio estratégico para la regulación climática, la captura de carbono y la realización de actividades ecoturísticas como el senderismo.

Sin embargo, como muchas áreas protegidas del país, esta ha sufrido transformaciones en sus ecosistemas por cuenta de actividades humanas. Por eso hoy, gracias a la contribución de Porvenir hay varias zonas del Parque que están priorizadas para ser restauradas a través de la alianza entre WWF Colombia y Parques Nacionales.

Farallones tiene unas necesidades importantes de restauración ecológica. Se han seleccionado unos sitios que fueron usados principalmente para la actividad ganadera, y que desde hace casi 40 años han permanecido como pastizales y potreros. Hoy queremos convertirlos en bosques funcionales para los propósitos del área”, explicó Carlos Mauricio Herrera, especialista de Áreas Protegidas y Estrategias de Conservación de WWF, durante la primera siembra realizada allí, en la que se plantaron 1.600 árboles nativos (de 2.000 que se sembrarán).

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En esta y otras actividades que se contemplan con la contribución de Porvenir para apoyar a la restauración, la participación de las comunidades es un ingrediente fundamental, pues según dice Herrera, esto permite mayor apropiación en los procesos de conservación y aporta a la reactivación económica.

“Aquí estamos trabajando con la Corporación para el Desarrollo del Medio Ambiente (CDMA), una organización local. Ellos hacen viverismo y siembras (a estas se encargan de hacerles seguimiento en el tiempo). Gracias a lo que está ocurriendo aquí, se está generando empleo para aproximadamente 20 personas de la zona” dijo Herrera.

Sobre esta participación de actores comunitarios, Jaime Millán, funcionario de Parques Nacionales en Farallones, destacó que es clave para garantizar la continuidad de los procesos, y en este caso, para hacer un mantenimiento de los terrenos sembrados y asegurar altas tasas de supervivencia de las especies utilizadas.

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“Está demostrado que las estrategias públicas y privadas de conservación no funcionan si no tienen un enfoque comunitario. En este caso es muy importante que participen organizaciones e iniciativas comunitarias lideradas por personas que siempre han estado aquí, que hacen parte de familias que en algún momento se dedicaron a actividades como la ganadería y la minería, y que hoy quieren resarcir lo que hicieron sus ancestros”.
 

“Sembrar con conciencia e intenciones”



Las jornadas de siembra tuvieron participantes de la alcaldía de Cali, WWF Colombia y el CDMA. ©Laura Villamil.

Elsy Alvear, dueña del vivero comunitario en el que se produjeron la mayoría de las plántulas para la primera siembra en Farallones, también asistió al evento realizado el 1 de noviembre. Desde allí contó que “aquí no venimos a sembrar por sembrar, sino a hacerlo con consciencia y con la intención de devolverle algo a la Madre Tierra que nos lo da todo. Por ella tenemos alimentos, agua, aire...Esta es una forma de agradecerle”.

Cuando habla es evidente que su conexión con la naturaleza es profunda. Tanto que fue ella la que decidió romper con la tradición familiar de dedicarse a actividades como la caza y la minería como forma de sustento. Además de su vivero, Elsy es experta en hormiga arriera, y durante la siembra fue la encargada de identificar y manejar los hormigueros que podrían amenazar la subsistencia de las especies sembradas.

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Mientras tanto, Jenny Espitia, representante legal de CDMA, la organización local encargada de la siembra, cuenta una historia similar: mi familia fue aserradora, talaban para vender la madera y tener una entrada económica. Mis hermanos y yo quisimos hacer algo diferente, quedarnos en la región y generar algo para nuestra comunidad, así que estudiamos, nos preparamos y creamos CDMA. Hoy nos sentimos muy contentos de hacer parte de esta siembra en Farallones, que ha sido nuestra casa toda la vida”.

Además de participar en proyectos de restauración con distintas organizaciones, CDMA se dedica a la educación ambiental y promueve el empleo en la zona. “Nos gusta compartir lo que sabemos con la escuela escuela local, enseñarles a los niños nos parece clave para seguir transformando nuestra región a partir del cuidado del medio ambiente. Además, tratamos de vincular a personas de la comunidad en lo que hacemos, especialmente mujeres, pues ellas tienen menos oportunidades laborales aquí.


El impacto en el PNN Chingaza


En esta área protegida, que provee agua a cerca de 10 millones de personas en el Distrito Capital de Bogotá y municipios vecinos a través del Sistema Chingaza (operado por la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá), esta unión de fuerzas entre WWF, Parques Nacionales Naturales y Porvenir, le apunta al fortalecimiento de viveros de alta montaña en donde se cultivan especies nativas determinantes en los ecosistemas de páramo y bosque andino. También, le apuesta a la siembra de 2.500 especies nativas.

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Germán Parra, técnico en Prevención, Control y Vigilancia del PNN Chingaza, explica que este proceso se traduce en beneficios para económicos para las comunidades, “además de que permite prestar un servicio de provisión del agua no solo para el acueducto municipal, sino para todas las cabeceras municipales que están alrededor de nuestra área protegida”.

Mientras tanto, Carlos Mauricio Herrera, explica que con esto se quiere promover la restauración de zonas que han sido degradadas, principalmente por actividades de ganadería, y que son fundamentales para el abastecimiento hídrico. Para ese caso también se vinculó una organización local para la consecución de plántulas, el apoyo en la instalación de vallas y señalización, y la logística propia del proceso de siembra.

Nosotros esperamos promover más acciones de restauración y de manejo en el área protegida, pero sobre todo poder seguir vinculando actores privados para que tengan una participación en procesos de restauración, conservación y educación ambiental en áreas de alto valor para la biodiversidad. También para tener un Sistema Nacional de Áreas Protegidas cada vez más equitativo con la participación de diferentes actores”, finaliza Herrera.
Jenny Espitia, representante legal de CDMA, la organización local encargada de la siembra en Farallones de Cali.
© Laura Villamil
Elsy Alvear, dueña del vivero comunitario en el que se produjeron la mayoría de las plántulas para la primera siembra en Farallones.
© Laura Villamil
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