Guardaparques: la primera línea de defensa de nuestra biodiversidad

Posted on julio, 31 2020

Hoy, en el Día Mundial del Guardaparques, compartimos las experiencias de tres personas que desde Boyacá, Risaralda y Arauca se encargan de cuidar los ecosistemas y las especies de nuestro país.
Hoy, en el Día Mundial del Guardaparques, compartimos las experiencias de tres personas que desde Boyacá, Risaralda y Arauca se encargan de cuidar los ecosistemas y las especies de nuestro país.


Primero las frutas que la minería


Sin haber recibido nombramientos oficiales, Francisco Zambrano eligió ser el guardaparque del Distrito Regional de Manejo Integrado Cuchilla Mesa Alta, un área protegida de 685,89 hectáreas, ubicada entre los municipios de Nuevo Colón y Tibaná, Boyacá. “Soy un apasionado por la conservación, el libre desarrollo de la naturaleza, la convivencia y el disfrute de la riqueza que tengo alrededor, y eso me he motivado a defender este territorio, localizado en el jardín frutícola de Colombia”, dice orgulloso.

Cuando dice ‘defender’, se refiere a los años que dedicó a socializar con su comunidad las posibles consecuencias de cambiar los cultivos de peras, manzanas, uchuvas, lulos y papayuelas, por minas para la explotación del manto de carbón que tenían a sus pies. “Con otras personas de municipios vecinos como Tibaná, Jenesano y Ramiriquí, también afectados por las concesiones de licencias para la explotación minera, nos dimos a la tarea de mostrar que lo más valioso que teníamos era nuestra producción frutícola”.

Después de que lograran “tumbar” algunas licencias de explotación, Francisco se dedicó a trabajar con toda su comunidad por la creación del área protegida. “Ese fue un proceso largo. Pasaron 14 años y tuvimos el apoyo de dos directores de Corporación Autónoma Regional de Chivor (Corpochivor). Finalmente en 2019 recibimos la declaración. Y esto es muy importante porque este es un lugar que provee de agua a casi 20 acueductos veredales”, explica.

Añade que las prácticas de producción sostenibles, el ecoturismo y la recuperación de zonas deforestadas aledañas al área protegida —en la que habitan 83 especies de vertebrados y 72 especies de plantas—, hoy son los focos del desarrollo comunitario y de su trabajo como guardaparques, esa labor “solitaria y filantrópica” que eligió por la satisfacción de darle a su comunidad un entorno saludable.

“Ser guardaparque es uno de los trabajos más bonitos que existen”


“Mi papá cazó especies que yo no conocí y yo tal vez cacé especies que mis hijos no conocerán, pero mi gran orgullo es que ellos nunca no han cogido escopetas ni caucheras”, dice Ovidio Ledesma, guardaparque del Distrito de Manejo Integrado (DMI) Planes de San Rafael (Santuario, Risaralda). Lo cuenta con la tranquilidad de que, gracias a los programas de educación ambiental que desde hace más de 20 años se han dado en su comunidad, los jóvenes y niños han crecido con la idea sólida de proteger los recursos naturales.

Te recomendamos: Generación 10, una red para unir a los jóvenes que actúan por el planeta 

Esa mentalidad de sus hijos, dice, es algo que él no tuvo en su infancia, “porque solo estudié hasta quinto de primaria y nunca me enseñaron algo más allá de que ‘el árbol tiene tallo, flores y frutos’. Además, salía de cacería con mi papá porque la carne de la que nos alimentábamos era de animales de monte. No éramos conscientes de que las especies se agotaban, pensábamos que siempre iban a estar ahí cuando las necesitáramos”.

Sin embargo, su vida cambió cuando sus hijos empezaron a reprocharle sus jornadas de caza y cuando supo que la Corporación Autónoma Regional de Risaralda necesitaba un nuevo guardaparque para Planes de San Rafael. “Les envié una carta postulándome para el puesto porque me llamaba la atención las funciones del cargo: recorrer las fincas que había comprado la corporación para la conservación, controlar el ingreso al área, evitar que hubiera talas, incendios, cacería e invasión de personas…Al final me aceptaron”.

Y aunque los primeros años de trabajo le trajeron algunas diferencias con sus antiguos compañeros de cacería, Ovidio se concentró en los nuevos aprendizajes: “¡Yo cuándo había pensado que una hormiga era importante! Esta fue la oportunidad para empezar a entender la belleza del entorno en el que vivo”, explica, y añade que hoy puede decir que sus esfuerzos valieron la pena porque “no tenemos cazadores, invasiones ni talas. Puedo deleitarme viendo pumas y osos de anteojos, en lugar de escuchar que los cazaron”.

Te puede interesar: WWF lanza su primer curso en línea para entender qué está pasando con el planeta 

Reflexionando sobre los cambios en su territorio, pero sobre todo en su transformación personal, Ovidio concluye que, a través de la educación y de las oportunidades laborales asociadas con la naturaleza, es posible vivir en armonía. “Ser guardaparque es uno de los trabajos más bonitos que existen. El hecho de que estemos cuidando un árbol que le permita respirar aire puro a otros es solo una razón para hacer esto con mucho amor”.


“Guardaparque de corazón”


Duberney Mulato es el jefe del Distrito Nacional de Manejo Integrado Cinaruco, un área protegida de 331.848 hectáreas en Arauca, pero sobre todo es un “guardaparque de corazón”. Conservar los ecosistemas nativos del lugar, especialmente las tradicionales sabanas inundables; construir relaciones perdurables con instituciones ambientales para tomar las mejores decisiones como líder; y fortalecer los vínculos con las personas que hacen uso de este territorio, desde campesinos hasta comunidades indígenas, son los propósitos que lo motivan a ejercer su labor.

“Todo lo que he aprendido como guardaparque desde que participé abriendo el sector oriental del Parque Nacional Natural El Cocuy, en 2007, me ha servido para inculcarles a los muchachos de mi equipo que este trabajo se hace con todo el amor por los recursos naturales, que lo mejor que uno puede tener todos los días es esa interacción con el medio ambiente”, explica.

Pero él sabe que sus esfuerzos y los de su equipo no están completos si no se ganan la confianza de las comunidades, pues el compromiso que estas hacen por la conservación es lo que determina que haya cambios a largo plazo. “Por eso nos hemos dedicado a generar lazos fuertes con ellos en los dos años que vamos a cumplir como área protegida, y eso nos ha permitido entender mejor sus realidades. Creo que eso es lo que más me llena de satisfacción”.


WWF y siete organizaciones de conservación se alían para reivindicar la labor de los guardaparques


Hoy, en el Día Mundial del Guardaparques, la Alianza Universal de Apoyo a los Guardabosques anunció un plan de acción para mejorar las condiciones laborales de estos hombres y mujeres cruciales para el Planeta.

*Los miembros fundadores de la Alianza Universal de Apoyo a los Guardabosques (URSA) son: Fauna & Flora International, Force For Nature, Global Wildlife Conservation, la Federación Internacional de Guardaparques, Panthera, UICN, la Comisión Mundial de Áreas Protegidas, WWF y la Sociedad Zoológica de Londres.
 
Ovidio Ledesma lleva más de 20 años en su oficio de guardaparque, un trabajo que le ha permitido descubrir el valor natural de Santuario (Risaralda).
© Ovidio Ledesma
Francisco Zambrano está convencido de que la vocación productiva de su territorio es más importante que la minería.
© Francisco Zambrano
Duberney Mulato, jefe del Distrito Nacional de Manejo Integrado Cinaruco, dice que los buenos resultados del trabajo de conservación dependen de la participación de las comunidades.
© Duberney Mulato
Dona
Dona