Tres casos que nos muestran que podemos coexistir con la vida silvestre
Posted on septiembre, 12 2021
Los conflictos entre humanos y vida silvestre tienen bajo amenaza a muchas especies, sin embargo, existen estrategias para mitigarlos y manejarlos. Colombia, Namibia y Tailandia son ejemplo de ello.
La vida silvestre alrededor del mundo enfrenta graves amenazas, desde la reducción de sus hábitats hasta el cambio climático. A ellas se suman los conflictos con humanos, que ocupan uno de los primeros puestos en la lista de factores de riesgo, según el informe Un futuro para todos: la necesidad de coexistir con la vida silvestre de WWF y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.Aunque la problemática ha sido tratada como secundaria, las cifras evidencian su gravedad. Según el informe, se estima que para el 75% de las especies de felinos silvestres del mundo se han registrado muertes a causa de conflictos entre humanos y fauna. La problemática también afecta a muchas otras especies de carnívoros terrestres y marinos, y a grandes herbívoros.
Entre las especies amenazadas se encuentran aquellas más emblemáticas, como elefantes, leones, osos polares, jaguares y lobos. A su vez la publicación señala que de las más de 260 especies de vertebrados terrestres que han tenido interacciones negativas con las personas, 53 se encuentran amenazadas.
Usualmente, estos conflictos ocurren cuando seres humanos y animales compiten por un mismo espacio y por los recursos que hay en él. Esto resulta en ataques de animales a personas o daños materiales a las comunidades que a menudo conducen a la cacería de diversas especies, ya sea en defensa propia, como prevención o represalia.
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Variedad de factores principalmente, desencadenados por el ser humano conllevan a interacciones negativas entre fauna y persona, tales como los cambios en el uso del suelo, la fragmentación del hábitat, la expansión de las practicas agropecuarias, el cambio climático, la extracción no sostenible de recursos y desarrollo de infraestructura. Estos fenómenos han puesto gran presión sobre los ecosistemas y han desplazado a las especies, facilitando su encuentro con las personas.
Esta problemática no se puede erradicar, pero el informe advierte que implementando medidas para su prevención y manejo se puede reducir. Alrededor del mundo hay muchos ejemplos de casos donde humanos y vida silvestre coexisten pacíficamente. Éstos se caracterizan por adoptar enfoques que no solo conservan la naturaleza, sino también aseguran el bienestar de las comunidades.
Colombia: los jaguares no son enemigos de los ganaderos
En Latinoamérica, muchas fincas ganaderas están ubicadas cerca de bosques y áreas protegidas, espacios que son habitados por grandes carnívoros como los jaguares y pumas. Esta cercanía ha hecho recurrentes los casos de depredación de ganado que afectan entre el 50% y el 70% de los ganaderos, según señala el informe. Asimismo, se estima que los ataques reducen sus ganancias entre un 3% y un 12% y, en algunas ocasiones, hacen el negocio inviable.
La situación ha llevado a muchos de los propietarios a cazar estos felinos de manera preventiva o como retaliación, convirtiendo la practica en una de las más importantes amenazas a su subsistencia. Frente a esta problemática, organizaciones como Panthera se han dedicado a trabajar con las comunidades y ganaderos ubicados en corredores de jaguar en Colombia, Costa Rica, Bolivia y Brasil para prevenir y manejar el conflicto.
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Para ello, los ganaderos se comprometieron a 0 cazas preventivas o por represalia de felinos, 0 deforestación y 0 cazas de animales silvestres que son presa de jaguar y pumas. Estas medidas tienen como objetivo disminuir la presión sobre los felinos y sus hábitats, protegiendo sus presas naturales y, así, evitando que depreden ganado.
También se implementaron otras medidas para prevenir y mitigar los conflictos en 71 fincas ganaderas, como resguardar por la noche el ganado en recintos cerrados e instalar cercas eléctricas. Otras estrategias son los animales guardia, que dependiendo del caso pueden tomar diversas formas. En algunos escenarios, son los individuos más adultos de la manada, ya sean vacas con cuernos o toros, pues se ha demostrado que defienden el rebaño, otros animales de guardia son los burros. La organización afirma que las medidas en su conjunto redujeron en un 90% los casos de depredación de ganado.
Namibia: dinero a cambio de conservar la vida silvestre
En Namibia, país ubicado en el suroeste de África, decidieron implementar un modelo en el cual las comunidades, campesinos u otros actores reciben ingresos a cambio de conservar la vida silvestre. El mecanismo funciona en dos frentes: avistamiento de especies (tales como leones, elefantes y rinocerontes) y corredores de vida silvestre.
En el primero, los locales registran los avistamientos de ciertas especies y, dependiendo del número de avistamientos, el Fondo Nacional de Crédito para la Vida Silvestre de Namibia les paga. Es el caso de las comunidades de la Reserva Wuparo, que han recibido dinero por avistamiento de leones en sus tierras y han utilizado parte de los ingresos en la construcción de corrales a prueba de leones para resguardar el ganado.
Con respecto a los corredores de fauna, diferentes reservas reciben pagos anuales por conservar estos espacios. Por ejemplo, la Reserva Natural Sobbe recibe pagos anualmente por parte de Distell Namibia, una empresa licorera que produce el Amarula, una crema de licor reconocida por su logo de elefante.
Tailandia: agricultura amigable con los elefantes
En países con presencia de elefantes, es común que los agricultores sufran daños en sus cultivos por parte de estos gigantes animales, que muchas veces optan por alimentarse de cosechas, como es el caso de la piña. En Tailandia, estos conflictos son causados por la degradación de los ecosistemas en los que habitan la especie, y parte de la problemática radica en los monocultivos extensivos de piña y caña de azúcar que tienen lugar cerca de las zonas de reserva en el país.
En un intento por promover la coexistencia, algunos programas han buscado adaptar las actividades agrícolas a la presencia de elefantes. Para ello, incentivan a los agricultores a cambiar los cultivos de piña, apetecido por los elefantes, por unos alternativos, que no consuma la especie, como la limonaria y el chile.
Adicionalmente, el programa cuenta con el apoyo de una empresa que se encarga de comercializar los productos que las mismas comunidades elaboran a partir de las cosechas alternativas, tales como jabones, aceites esenciales y velas. Las actividades han beneficiado económicamente a las comunidades y financiado nuevos programas de conservación.